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miércoles, 29 de julio de 2015

Hegemonía y Bloque Histórico: Antonio Gramsci


► El aspecto esencial de la hegemonía de la clase dirigente reside en su monopolio intelectual ► Para Gramsci, el terreno esencial de la lucha contra la clase dirigente se sitúa en la sociedad civil


Ernesto Ortiz Diego   |   El análisis del bloque histórico como relación entre dos movimientos dicotómicos (estructura-superestructura y sociedad civil-sociedad política) muestra la importancia de la sociedad civil en el seno del bloque histórico. Esta importancia la volvemos a encontrar en la traducción política de esta noción: la hegemonía.  Antes de los Cuadernos la noción de hegemonía apenas si aparece en la literatura marxista. No obstante, el mismo Gramsci rechaza la paternidad de este concepto a la vez que subraya su importancia. Gramsci reconoce como deudor a Lenin quien comenzó a teorizar sobre gegemoniya (hegemonía). De ahí que sea conveniente examinar el origen de esta noción de hegemonía antes de analizar los desarrollos esenciales que Gramsci le consagra en los Cuadernos.

El concepto de hegemonía: de Lenin a los 'Cuadernos'

En varias oportunidades ve el origen de esta noción en la obra y en la acción política de Lenin. En los Cuadernosafirma que “el principio teórico-práctico de la hegemonía” es “el aporte teórico máximo de Ilich (Lenin) a la filosofía de la praxis. Se trataría incluso del desarrollo más importante del marxismo contemporáneo ya que “el momento de la hegemonía o de la dirección cultural es sistemáticamente revalorizado en oposición a las concepciones mecánico fatalistas del economicismo.

Así, fue posible afirmar que el rasgo esenciales de la más moderna filosofía de la praxis consiste precisamente en el concepto histórico-político de hegemonía”. Para Antonio Olivé el primero en teorizar sobre gegemoniya fue Plejanov desde finales de 1908 hasta 1917. Le siguió Axelrod en 1898. La lectura de Alcuni temi della questione meridionale muestra, sin embargo, que Gramsci distingue hegemonía y dictadura del proletariado; esta última es “dirección” a la vez que “dominación” de la sociedad, vale decir control de la sociedad civil y de la sociedad política. Este resultado sólo puede ser obtenido si la clase obrera ensancha la “base social” de su dirección, gracias a este caso el campesinado, del que habrá obtenido el “consentimiento”. Este análisis contiene ya toda la riqueza de losCuadernos, y permite apreciar la continuidad leninista y el aporte gramsciano respectivamente. 

En sus escritos sobre gegemoniya Lenin insiste sobre el aspecto puramente político de la hegemonía; en ellos, el problema esencial es el desplazamiento, por la violencia, del aparato de Estado: la sociedad política es el objetivo y, para alcanzarlo, es necesaria una hegemonía política previa. Hegemonía política, puesto que la sociedad política tiene prioridad sobre la sociedad civil en sus preocupaciones estratégicas, y sólo tiene de éstas, por lo tanto, el aspecto político, tanto más porque, la sociedad civil era muy débil en Italia. 

Para Gramsci en cambio, el terreno esencial de la lucha contra la clase dirigente se sitúa en la sociedad civil: el grupo que controla la sociedad civil es el grupo hegemónico y la conquista de la sociedad política remata esta hegemonía extendiéndola al conjunto del Estado (sociedad civil + sociedad política). La hegemonía gramsciana es primacía de la sociedad civil sobre la sociedad política; en el análisis leninista, la relación es exactamente la inversa. 

Hegemonía y Bloque Histórico

El aspecto esencial de la hegemonía de la clase dirigente reside en su monopolio intelectual, es decir, en la atracción que sus propios representantes suscitan entre las otras capas de intelectuales: “los intelectuales de la clase históricamente (y desde un punto de vista realista) progresiva, en las condiciones dadas, ejerce una tal atracción que acaban por someter, en último análisis, como subordinados, a los intelectuales de los demás grupos sociales y, por tanto, llegan a crear un sistema de solidaridad entre todos los intelectuales, con vínculos de orden psicológico (vanidad, etc.) y a menudo de esta (técnico-jurídicos, corporativos, etc.). Esta atracción termina por crear “un bloque ideológico” –o bloque intelectual- que liga las capas intelectuales y a los representantes de la clase dirigente. 

Hegemonía y dictadura 

Gramsci utiliza el término dictadura o dominación para definir la situación de un grupo social no hegemónico que domina la sociedad por la sola coerción, gracias a que detenta el aparato de Estado. Este grupo no tiene –o ha dejado de tener– la dirección ideológica; encontramos una situación así en dos casos, que son casos de crisis del bloque histórico:

– una clase que detentaba la hegemonía en el seno del bloque histórico la pierde en provecho de un nuevo sistema hegemónico, y logra mantenerse sólo por la fuerza: es el fenómeno fascista. 

– una clase que aspira a la hegemonía se apodera del aparato de Estado; es el caso de la Revolución rusa de 1917. 

Aunque la hegemonía y la dictadura puedan estar combinadas, su carácter permanece sin embargo bien delimitado: frente a la hegemonía, donde domina la sociedad civil, la dictadura representa la utilización de la sociedad política. 

Hegemonía y transformismo

La distinción hegemonía-dictadura no es siempre esquemática. Si bien uno de los aspectos esenciales de un sistema hegemónico coherente consiste en la construcción de un poderoso “bloque ideológico”, este bloque puede igualmente ser utilizado por la clase fundamental, de tal forma que su función no sea dirigente sino dominante. Una situación así se produce en el caso del “transformismo”, es decir, cuando la clase dominante integra a los intelectuales de otros grupos sociales decapitando así su dirección política e ideológica. 

Esta política de decapitación intelectual de las clases subalternas se extiende entonces a todas las capas intelectuales; el transformismo en su aspecto parlamentario y “oficial”. 

Al término de este análisis del transformismo, podemos considerar que históricamente son posibles dos situaciones duraderas: 

– la hegemonía, donde la sociedad civil tiene superioridad sobre la sociedad política y la clase fundamental, más dirigente que dominante, utiliza el bloque ideológico de los intelectuales para controlar los grupos auxiliares, sin tener en cuenta los intereses propios de estos grupos;

– la dominación, donde la sociedad política se adelanta a la sociedad civil y utiliza el bloque ideológico para neutralizar al resto de las clases, absteniéndose de todo compromiso con ellas. En este caso, la dominación de la clase fundamental es más difícil, puesto que no se apoya sobre una base social extensa sino sobre una coerción “inteligente”, exponiéndose así a la formación de una eventual coalición hostil. 

A estos dos casos, Gramsci contrapone las situaciones transitorias de hegemonía o dictadura pura y simple: hegemonía antes de la toma del poder, cuando la clase dominante opta por una política de alianzas, y dictadura, cuando esta clase pierde el control de la sociedad civil. 

Hegemonía y bloque histórico

El análisis del papel del Piamonte en la formación de la unidad italiana, tal como surge de las notas de los Cuadernos consagradas al Risorgimento, tiene esencial importancia para comprender la naturaleza real de la hegemonía y sus relaciones con el bloque histórico. 

Este análisis de Gramsci no se limita, por otra parte, solamente a la burguesía, sino que es válido para toda clase social fundamental. Es así que, tanto en sus artículos de L'Ordine Nuovo como en los Cuadernos, encontramos la misma afirmación, esta vez a propósito de Rusia: la toma del poder por la nueva clase fundamental –el proletariado- constituye el modelo para la conquista del Estado que la clase obrera italiana debe imitar. La identificación que Gramsci señalaba entre Francia y la Revolución de 1789, la reencontramos en la que establece entre Rusia y la Revolución de 1917: esta continuidad explica en gran parte de las numerosas comparaciones entre los jacobinos y los bolcheviques, entre la hegemonía de la burguesía francesa y la del proletariado ruso, entre los principios estratégicos. 

Pero el análisis puede igualmente limitarse al nivel local: es así que, al examinar el rol de los jacobinos durante la Revolución francesa, Gramsci muestra cómo la burguesía logró asentar sólidamente su hegemonía en París sobre otros grupos urbanos, formando allí un “bloque urbano” es decir, un bloque histórico local por medio del cual ejerció su hegemonía sobre el resto del país y formó un bloque histórico nacional. 

Algunos exégetas de Gramsci, cometiendo un grave error de interpretación utilizan el término “bloque histórico dominante”. Según esta perspectiva, “bloque histórico dominante” califica al sistema hegemónico de la clase dirigente, es decir, su dirección sobre los grupos auxiliares, al que se opone el futuro “nuevo bloque histórico”, es decir, el sistema hegemónico que reagrupará a las clases subalternas. Una deformación así muestra la incomprensión de la noción de bloque histórico, ya que éste agrupa al conjunto de la estructura y de la superestructura y, por lo tanto, a las clases subalternas y al sistema hegemónico en conjunto.

El único caso de bloque histórico “dominante” es aquel que consideramos precedentemente, es decir, un bloque histórico local que permite realizar la hegemonía a nivel nacional. 

Como lo muestra el análisis de la clase social de la hegemonía, este error de interpretación no ha sido sin embargo la única deformación que ha sufrido la concepción gramsciana de la hegemonía.

Hegemonía y alianza de clases

Es verdad que en Alcuni temi della questione meridionale Gramsci propone, a propósito de las clases subalternas (clase obrera, campesinado), una alianza de clases: “el proletariado puede devenir en clase dirigente y dominante en la medida en que logre crear un sistema de alianza de clases (…) lo que significa, en las relaciones de clase reales existentes en Italia, en la medida en que logre obtener el consentimiento de las masas campesinas”. Este texto, anterior a los Cuadernos, es uno de aquellos en los que Gramsci utiliza el término de alianza de clases. ¿Significa esto que Gramsci asimila hegemonía y alianza? En realidad, no hay nada de eso. 

Al subrayar la importancia de las relaciones de clase reales existentes en Italia, Gramsci muestra que frente al poder de la burguesía, la clase obrera debe proponer un compromiso amplio y conforme a los intereses de las otras capas subalternas, fundamentalmente campesinado. Esta alianza igualitaria no debe ocultar, son embargo, el carácter profundamente hegemónico de la dirección del proletariado: la insistencia de Gramsci en recordar el rol hegemónico del partico comunista y su carácter obrero, el carácter de clase fundamental a nivel económico de la clase obrera, muestra que está hablado de hegemonía aunque ésta tenga en cuenta ampliamente los intereses de las clases aliadas. 

Cualquiera sea la naturaleza del compromiso precedente entre la clase dirigente y los grupos aliados, éste tiene por objeto ampliar la base social de la hegemonía ejercida por la clase fundamental en el nivel de la estructura económica. 

Sistema hegemónico y clases subalternas

El análisis gramsciano de la hegemonía lleva a distinguir tres tipos de grupos sociales en el interior del bloque histórico: por una parte, la clase fundamental que dirige el sistema hegemónico; por otra, los grupos auxiliares que sirven como base social de la hegemonía y de semillero para su personal; por último, excluidas del sistema hegemónico, las clases subalternas. 

El régimen normal en las relaciones entre las clases dirigentes –incluido su sistema hegemónico en general- y las clases subalternas, en el de dominación, es decir, la utilización predominante o exclusiva de la sociedad política. Esta solución se explica por el hecho de que, la clase fundamental tiene como principales enemigos a los grupos que estiman que el nuevo bloque histórico ha sido ya superado.

El aspecto coercitivo de las relaciones entre la clase dirigente y las clases subalternas aparece bajo tres aspectos: 

– el primer caso es aquel en el cual las clases subalternas juega un rol decisivo para la victoria de la clase fundamental, hegemónica sobre estos grupos sociales. Dada esta situación, puede suceder que los grupos subalternos obliguen a la clase dirigente a sobrepasar sus objetivos e incluso sus posibilidades reales; así, durante la Revolución francesa, los jacobinos, bajo el empuje popular, rebasaron los objetivos de la burguesía ampliando considerablemente la base social de su hegemonía, lo que explica la vuelta hacia atrás que opera la burguesía: los jacobinos condujeron a la burguesía francesa a posiciones mucho más avanzadas que “las que podían consentir las premisas históricas, y de ahí su retroceso y la función de Napoleón I, quien “representó, en última instancia, el triunfo de las fuerzas burguesas orgánicas contra las fuerzas pequeñoburguesas jacobinas”. Esto no significa que la burguesía haya renunciado a ejercer una función hegemónica, sino que la dirección que ejerce se limita a ciertos grupos auxiliares y en un sentido más favorable a la burguesía. En cuanto a los grupos subalternos, en especial los urbanos, se vuelcan a la oposición y su control se efectúa por la pura coerción, es decir, por intermedio de la sociedad política; 

– la segunda hipótesis es la del transformismo, es decir, la preeminencia de la sociedad política sobre la sociedad civil: la clase dominante se contenta con mantener su dominación sobre los grupos subalternos manteniéndolos en la pasividad política: para ello los separa pacíficamente de sus élites subordinándolas en su clase política. 

– el tercer caso que Gramsci considera es el de la dictadura pura y simple, es decir, el uso exclusivo de la sociedad política para dominar a las clases subalternas. Una situación así es peligrosa para la clase dominante, en tanto implica su falta de control sobre la sociedad civil: el bloque histórico está en crisis y la etapa no puede ser sino transitoria. 

La consecuencia de la ausencia total de hegemonía –siempre que no sea momentánea- de la clase dirigente sobre las clases subalternas es la falta de unidad y de homogeneidad de estas clases: “Las clases subalternas, por definición, no se han unificado y no pueden unificarse mientras no puedan convertirse en “Estado”: su historia, por tanto, está entrelazada con la de la sociedad civil, es una función “disgregada” y discontinua de la historia de la sociedad civil y, a través de ella, de la historia de los estados o grupos de estados”. 

Pertenencia discontinua a la sociedad civil, porque la historia de las clases subalternas no es sino la de una tentativa siempre renovada por unificarse y formar un nuevo sistema hegemónico y, por lo tanto, una sociedad civil. Pero la clase dirigente responde a estas tentativas con la decapitación ideológica y física, con el uso de la coerción. 

El ejemplo de las clases subalternas señala que el problema de las relaciones hegemonía-dictadura aparece, en último análisis, en la estructura, y el rol del bloque ideológico en la naturaleza del vínculo que lo une a las distintas clases sociales, es decir, en la posición de los intelectuales en el seno del bloque histórico.

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