Más que como una figura económica, este nuevo emprendedor se entiende como el portador cultural y social que reúne el espíritu del nuevo hombre acorde al proyecto de clase neoliberal. En esta tesitura, emprender significa lograr convertirse uno mismo en un producto que se ofrece a otros, los que ostentan capital, llamando su atención para que vean en tu persona un valor a explotar, a emplear. Ya no hay nada que no se mida y se entienda como una relación empresarial; nacemos como deudores, culpables de no lograr adaptarnos a los ritmos de la competencia. Nos convencemos de ello cuando, carne de coaching y autoayuda, recorremos el camino a la servidumbre y nos hundimos en la charca de los perdedores.
Solo siendo capaces de organizarnos, de manera que la cooperación domine a la competencia, podremos empezar a construir la subversión contra el totalitarismo de la empresa-mundo. Para esta ardua tarea contamos con dos aliados de lujo. Por un lado, Homer Simpson es nuestro hombre; a través de él descubrimos quiénes somos. En el mismo equipo juega Lenin, pero el Lenin publicista, no la momia. O lo damos nosotros o nos lo dan a nosotros: renta básica o empleabilidad, democracia o barbarie.
Descargar: La fábrica del emprendedor - Jorge Moruno
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