Marta: voy divulgar en mi blog. Desde luego no estoy de acuerdo que nuestro proyecto es bueno para todos. Hay grandes sectores de clase media que son y serán afectados negativamente con el triunfo de nuestro proyecto pues él restringe muy drásticamente sus posibilidades de consumo de bienes y de servicios (principalmente los domésticos). Es verdad que podrán disminuir sus gastos en educación, salud, transportes pero quizás no les podremos ofrecer la misma calidad que el dinero puede obtener en una sociedad capitalista. No debemos subestimar también el rol del terror que paraliza grandes sectores de la población por recelo de la represión policiaca y militar.
Cuanto al desarrollo de un aparato de comunicación concuerdo de A a Z con su necesidad. Necesitamos sin embargo de proyectos diferenciados desde periódicos (virtuales e impresos) para grande público que busque formas creativas de diálogo con las grandes masas y que les ofrezca un horizonte de diversión dentro del espíritu creativo de nuestra cultura popular, hasta una prensa especializada que obtenga apoyo de varios sectores económicos a través de un debate abierto y honesto. En general no tenemos buena preparación para esto… Tenemos que profundizar el debate y sacarlo del ataque al otro lado para el desarrollo de nuestra propia capacidad de comunicación. Estoy enviando este texto y el tuyo para incluir en mi blog.
A la conquista de una nueva hegemonía
Marta Harnecker
29 octubre 2012
29 octubre 2012
Extractos de la última parte e índice del artículo que aparece completo en:
155. Tenemos que preguntarnos por qué, si nuestro proyecto de sociedad alternativa al capitalismo es un proyecto hermoso, profundo, transformador, y refleja los intereses de la gran mayoría de la población, los gobiernos que se han propuesto construirlo no cuentan con todo el apoyo popular con el que debieran contar.
156. Yo pienso que en gran medida esto se explica porque una parte importante de la población no conoce nuestro verdadero proyecto. Los medios opositores se encargan de deformarlo, de crear falsas alarmas y, muchas veces, logran aterrorizar a la gente acerca del futuro que les espera. Pero ellos no son los únicos culpables de esta situación. Nosotros también hemos contribuido a ella. Solemos tener grandes debilidades al comunicar el proyecto. No destinamos suficiente tiempo ni recursos ni creatividad a esta tarea. Y, lo más grave, muchas veces, con nuestra propia forma de vivir estamos negando ese proyecto. Proponemos crear una sociedad democrática, solidaria, transparente, no corrupta y estamos asumiendo prácticas autoritarias, clientelares, egoístas, poco transparentes. Muchas veces hay una gran distancia entre lo que predicamos y lo que vivimos y nuestra prédica se hace entonces poco creíble.
157. No podemos asombrarnos, entonces, de que haya importantes sectores de la sociedad que aún no se identifican con nuestro proyecto y que es necesario ir conquistando. Tenemos que procurar corregir estos errores y superar estas desviaciones, ya que sólo así podremos llegar a ganar la hegemonía sobre la sociedad.
158. Finalmente, para terminar este trabajo, no quiero dejar de repetir lo que ya he dicho innumerables veces: para ganar la hegemonía se necesita una nueva cultura de la izquierda. Una cultura pluralista y tolerante, que ponga por encima lo que la une y deje en segundo plano lo que la divide. Necesitamos militantes de izquierda que promuevan valores como: la solidaridad, el humanismo, el respeto a las diferencias, la defensa de la naturaleza; que rechacen el afán de lucro y las leyes del mercado como principios rectores de la actividad humana, que comiencen a darse cuenta que la radicalidad no está en levantar las consignas más radicales ni en realizar las acciones más radicales —que sólo unos pocos siguen porque asustan a la mayoría—, sino en ser capaces de crear espacios de encuentro y de lucha para amplios sectores. Una izquierda que entienda que es en la lucha donde los seres humanos crecemos y nos transformamos. Constatar que somos muchos los que estamos en la misma lucha es lo que nos hace fuertes, es lo que nos radicaliza.
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